Describiéndolo como «un estadio de forma única, del que se dice que late como un corazón, por la influencia de las gradas durante los partidos. Lo más resaltable de este certamen fue que en el partido contra Peñarol en cancha del Rojo, Ricardo Bochini anotó el que muchos consideran como «el mejor gol de la historia de Independiente»; arrancó desde el sector derecho de la mitad de la cancha, «tiró una pared» con Rubén Galván, eludió a siete jugadores uruguayos (a uno de ellos, dos veces), un par de ellos terminaron desplomados en el pasto por el amague y, ya mano a mano con el arquero rival, hizo una breve pausa, acarició la pelota con la cara interna de su botín derecho y definió con un sutil pase a la red lateral izquierda del arquero.